viernes, 22 de octubre de 2010

21 de diciembre

                                                                                                   A María del Carmen Arenas Romero
                                  

Ya es otoño y la mañana me congela, moqueo. No quiero pensar en lo que el abominable invierno me traerá entre abrazos melancólicos y risas fingidas.
Yo no quiero que sea invierno, porque mi abuela ya no estará. Ni tampoco estarán mis ganas de morir de frío, ni de viajar, ni del derroche que me llega como única oportunidad.
El invierno es una cosa triste donde los animales huyen. Pero yo me tengo que quedar. Estoy harta de ser humana, de no tomarme la vida como algo serio, de jugar a resistir las heladas madrugadas esperando sólo el amanecer.
Hoy escribo desando que mi abuelita no se muera, quiero escuchar de nuevo que nada le parece, que la dejen comer dulces. Quiero ver cómo su autoridad ya no le importa a nadie y ahora ella tiene que obedecer. Quisiera cenar el 24 comida simple que pierde su simpleza con el sabor de la leña, del horno que mi abuelo fabricó. Pero este invierno es negro, es luto. Se me van las ganas de que llegue, se me van los días entre las mañanas heladas y las tardes pensando que algún día, en este invierno, posiblemente nevará.
¿Qué hará mi madre cada vez más vieja y pobre? Estoy cansada de aguantar el llanto y de que ella se resguarde en dios que es siempre tan injusto. Y mi padre con sus problemas, ausente, callado. Y mi hermano viviendo en un mundo que no conozco, triunfando en el amor, con preocupaciones que no entiendo.
Déjenme todos quedarme con los buenos recuerdos que ya ni entre sueños descubro. No me los arrebaten, pues ya está próximo el invierno.

1 comentario:

  1. tu BUELITA HUBIERA DICHO: no te amargues por otras gentes, estas muy chiquita tienes mucho por vivir, sigue adelante.

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