sábado, 27 de noviembre de 2010

Yo me safo

Llegó mi madre hace escasa hora acompañada de mis tíos. En unas bolsas grandes de plástico blanco venían amontonadas prendas de mi abuelita. También había bolsas de mano, abrigos, todo con fuerte olor a humedad. Me llena de pronto el recuerdo, la época melancólica misma de la cual hablo una y otra vez, hasta sentirme atrapada. Mi madre preguntó si estuve llorando. Respondí con un seco NO, luego vi sus manos sosteniendo fuertemente las bolsas e intenté suavizarme. Respiré y entonces completé mi respuesta: no estaba llorando, es por la computadora, porque me canso de no saber cómo hacer mi trabajo y ya es para el martes. Insistió con la idea de pensarme llorando; entonces parecí molesta. Recapacité, eché de nuevo un vistazo a sus manos sosteniendo las bolsas con tanto amor, con tanto afán, que por fin respondí de la mano con una sonrisa encubriendo verdadero llanto: no, ma, estoy cansada pero no tengo nada por qué llorar. Pensé entonces en sus manos cargando las bolsas y en el contenido de éstas. Lloré, lloré mientras se adentraba a tientas con dirección a su pequeño cuarto y quise acariciar su cabello con unos rizos bastante llamativos que todavía no sabía de dónde habrían salido. Rápido me sequé e intenté concentrarme en mi escrito. No pude, apareció con su carita tierna preguntándome cómo le quedaba un abrigo de mi difunta abuela. Callé, callé como siempre hago y respondí un seco BIEN. "No me importa que me quede grande, lo mandaré a la tintorería y lo voy a usar". No pude contener la idea intermitente de su mirada más tierna que nunca, de sus rizos graciosos en medio de tanto cabello lacio. Me pareció una niña. Pensé en la falta que me haría cuando ya no esté.

Ahora ha quedado mi escrito a un lado, me concentro en idioteces simples y fanfarronadas en internet, sin querer afrontar mi triste realidad. No sé estudiar.

lunes, 8 de noviembre de 2010

No es 2010

He tenido sueños con ustedes, pero lucen más jóvenes. Personas que amé en otra época.
Me consuela saberlos vivos y viejos, me consuela el racimo de flores que recibo cada mañana sabiendo quién las ha mandado. Pequeños detalles son los que confirman su existencia, muy pequeños a decir verdad.
La cuenta de los años se me ha traspapelado entre diversos calendarios, el más reciente que encuentro es 2010. Lo que definitivamente he olvidado son los días que llevo sin mirar sus ojos de inocencia, éramos sólo jóvenes con algunos sueños. Nuestros padres he de suponer que ya han muerto; por mi parte la utopía se ha marchitado. No soy ni la esencia de mi ser.

Hace mucho un artículo en alguna revista científica me advirtió que dentro de treinta años sería imposible observar las estrellas debido a la contaminación luminosa. Bueno, supongo que las tres décadas ya han pasado, pero fue una trancisión tan lenta que no me permitió siquiera recordarlo hasta hoy, tiempo demasiado tardío  en el que ya es imposible dormir. ¿Cuánto tiene que no salgo de este cuarto? No lo sé. También escuché de la ruptura de la sociedad, de lo innecesario que sería el acto sexual, el acto reproductivo. En un principio la iglesia, las religiones parecieron burlarse de la ciencia, pero las generaciones con fé ya murieron. Esos fueron nuestro padres. Nosotros nos quedamos a la deriva tratando de revolucionar el mundo. Primero legalizando las drogas, el aborto, tantos tabúes rotos. Derrocamos las instituciones y creamos nuevas, convencimos a los más jóvenes con la esperanza de un mundo sin lo que llamaban "moral", para fundar nuevos criterios que sabíamos, en algunos años serían superados.

Ahora de ellos es el mundo. Hoy he vuelto a advertir una estrella en el cielo, quizá alguien en alguna parte del extenso mundo soñó conmigo y recordó cuando éramos jóvenes y mirábamos las estrellas como gatos en las azoteas, cuando parecía rebeldía consumir narcóticos. En la secundaria me asombraba la revolución industrial, el siglo XVIII y la llegada de las máquinas, los medicamentos, la anatomía, la astronomía. Ahora no me logro cuestionar siquiera qué vendrá más adelante. Mi padre alguna vez dijo que todo lo imaginable era posible. Yo ya no tengo nada que imaginar.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Me entusiasma la idea de algún día ser inteligente