sábado, 19 de marzo de 2011

Amanece

No te vayas sin suéter
sin tu suéter de lana
allá afuera hiela
paraliza la madrugada

Ten cuidado con los perros
con los vagabundos
con el alcohólico pidiendo dinero
ten cuidado del chofer distraído
de la mujer en la esquina
de sus piernas sobre todo
y su vestido de lentejuela

La calle doscientos metros abajo
cubierta del perfume rancio
del olor a sangre en las carnicerías
el mercado, los desperdicios
el último camión a casa
ese hombre saliendo de un bar
con la cara rota
no te metas con las locas
son hombres que cuando eran chicos
sabían pelear

El frío pesa, no te vayas
con suéter o sin él
por favor no te vayas
necesito recuperar el tiempo
escucha las sirenas
la ambulancia viene a llevarse otro muerto
temprano en vez de putas
habrá un mercado de flores
espera a que las calles se bañen en jabón
a que suenen las campanas de la catedral
espera el rocío
te ofrezco café y galletas
una cama vacía
cinco estaciones de radio
un par de cigarrillos
un cuarto que también es tu casa





martes, 8 de marzo de 2011

Tuve un sueño, soñé que te mataba
con un beso, con arma de fuego
                                    no recuerdo
Te vi desangrando mientras la gente
gritando, me señalaba culpable

No fue un error porque te odiaba
sentir tus pasos arrítmicos tras de mí
huir desenfrenadamente
por eso te maté
no me culpen de querer silencio
de rogar un puñado de paz

Pero sólo fue un sueño
la realidad es que no puedo matarte
ni borrar tu nombre de mis páginas
ni encontrar silencio ni tranquilidad
ni ser inmune a la enfermedad
tampoco a la pobreza
al dolor de vientre
a las maldiciones
a este horario de pesadilla
al compromiso
al trabajo
ni al coraje ni a llorarte
mucho menos a la vida

lunes, 28 de febrero de 2011








Soy de ti y del viento, del cielo despejado, del sol hirviendo y de tus ojos azul primavera. Constantina






jueves, 17 de febrero de 2011

Las edades de la Tierra son el viento



Las edades de la Tierra son el viento

I

Mientras viajo redescubro el mundo
con una inocencia de niño, de juventud entrante
me asombra el inconformismo de la gente
                                                                     siempre tan austero
suspiro    
                                                     porque no he de hacer nada
porque yo pienso en la unidad cuando todo es tan disperso

Me he vuelto una amante de los cielos despejados
donde la tierra no existe                                  
                                                                      sólo el viento
cuándo el hombre ha de hablar con la mente
                                                                    y aprenderá a volar

Veo la belleza impenetrable de cinco árboles
en terreno vacío
                                         seco
un camino al mar cuando sea primavera
un camino al desierto en verano

En estos días añoro al amigo que he perdido
una década es cero comparada con la edad de dios
inmutable y vertical
                                         dimensionado




II

No creo en el regreso,
No creo en confesarme
Confesar es mutilar los secretos
es debilitarse ante los supuestos fuertes
La sinceridad en estos tiempos se descubre
en la mirada
                          la telepatía existe
pero me creen una loca por decirlo


III

Entrada la noche vuelvo a casa
a lo que llamo casa que prefiero nombrar techo
mi casa se perdió un día dieciséis cuando abrí los ojos
no pertenezco a la tierra
                                         ya lo he dicho
soy del v i e n t o

Algunos niños aún reconocen algo en mí
porque no me temen
soy de ellos y del viento, pues éste me acaricia
sin temor a estamparse contra mí
                                                     sin temor a romperse
este viento es el mismo desde que la tierra vive
lo reciclo dentro de mí
al salir es blanco y espeso
quedo convencida del mar, las rocas, la marea
pero no del viento que es siempre el mismo
que es
Siempre
El mismo

IV

Esta ciudad me devoró el miedo
congeló mis tripas
esclavizó mi horario
trastornó mi destino que conocía
lo soñé

Preguntar de mi padecer
                                                        cosa inútil
no estoy enferma, estoy vacía
que me llene el viento suspiro a suspiro

Al nadar el viento se queda dentro
sentir que vuelo bajo el agua
con la bocanada de viento, burbujas, superficie
sentir que vuelo bajo el agua

La evolución sigue en proceso
la edad de esta tierra que piso, recorro
es la edad del viento



sábado, 22 de enero de 2011

Me cortaron el cordón umbilical demasiado pronto. Yo debí haber nacido esa mañana y descansar aún unida a mi madre por la tarde. No fue así: en cambio, de golpe el tijeretazo cerquita de mi todavía no formado ombliguito hundido. Ahora, en estos días lejanos a aquella época, me he sentido casi obligada a pertenecer, a ser parte de alguien, aunque ya no sea mi madre. Pero sin el lazo físico, sin la carne que nos una, todo se complica porque andan unos y otros separados aunque se sientan cercanos... Frecuentemente había intentado crear un aparato que nos obligara a andar juntos, sin resultados positivos, hasta hace poco.

Mi primer experimento fue con un perrito que tuve en la niñez; lo quise tanto, tanto... Pasados los años, el pobre se fue deteriorando y yo no lo quería lejos y abandonado, fue entonces que mezclé varios pegamentos ultrapotentes, como la etiqueta mencionaba, hasta formar una masa fuerte de olor y consistencia. La unté con lentitud y un asco enorme sobre mi pancita y rápidamente jalé a Rex contra ella. Quedamos pegados, como siempre quise, pero sus pelitos poco a poco eran lo único que en mí quedaba. Del puro pellejo después se sostenía y pensaba más y más a prisa que eso no había sido una buena idea. Luego comenzaron los lloriqueos del animal, hasta que enrojecida su piel, quedó pegada a mi panza y él se desplomó de golpe contra el piso. El llanto llamó la atención de mis padres que a grandes saltos y corretizas llegaron hasta mí. Para ninguno de los dos fue un acto cruel, entendieron mi amor por el perro y lo curaron. El problema fue quitarme todo el pegamento de encima, igual tuvimos que desprender algunos retazos de piel.

Con el paso del tiempo han logrado evolucionar mis inventos y hoy tengo uno que estoy segura, funcionará a la perfección. Es una máquina con motor de vapor. Cualquier líquido la hace funcionar: se inserta la agujita que está en la punta del artefacto lo más profundo que se pueda dentro del orificio al que llamamos ombligo, cuando se sienta un piquetito paramos. Se vierte el agua por la ranura de arriba, como las licuadoras y se enciende oprimiendo el botón "on". Luego, con mucho tacto y carisma, pedimos a quien queremos ser unidos, que realice la misma operación en su ombliguito y cuando ya ambos están conectados, la máquina intercambiará iones electromagnéticos del uno para transmitirlos al otro. La cosa es gradual, en las primeras semanas parecerá incómodo estar unidos todo el tiempo, pero luego, al cabo de unos meses, ya habiendo intercambiado iones electromagnéticos tanto como sea posible, aparecerán los primeros rasgos distintivos.

Al verse al espejo uno, verá que ya no es el mismo, sino que se ha transformado en el otro y lo mismo sucederá para el contrario. Ésa es la señal indicativa de que el proceso ha concluido. Con un martillo se destruye la máquina, pues si se corta, no sirve de nada. El punto es que dentro de la maquinaria, gracias al intercambio de iones, los dos ombligos se extraen y se unen y el alimento de uno se convierte en la comida del otro. A partir de aquí todo es complicado. No necesariamente los relojes biológicos de ambos marcharán al mismo compás. Aunque uno no tenga hambre, tiene que comer porque el otro puede convalecer en cualquier segundo. Y viceversa.

Las repercusiones varían: lo peor es que ambos tenderán a engordar de manera sobrenatural, pero seguirán juntos hasta que la muerte los separe. Porque si en algún momento uno requiere libertad y corta el cordón tajantemente, uno de los dos, no se sabe cual, morirá. Es un juego de azar, pero el amor siempre es más grande y pesado que cualquier problema. Yo estoy unida de nuevo a un cuerpo igual de solitario que el mío y nos alivia encontrarnos cada mañana sabiendo que jamás, jamás volveremos a estar solos, aunque tal vez siempre querramos estar con alguien más.

viernes, 14 de enero de 2011

                                                                                                                                A Jorge

 Eres la mirada profunda
 el distanciamiento
La extrañeza de encontrarse
limitado en las palabras

Eres la mirada seria,
la calma o el deseo
como hallarse tal vez
en la existencia de otros
con amaneceres incinerados,
arde la duda en medio del instante

Eres la mirada imprecisa,
como asumiendo futuros próximos
                                                     certeros

El placer de que hoy volemos
juntos y en silencio

Vuelve a veces tu mirada
difuminada en aerosol
fosforescente

domingo, 2 de enero de 2011

Los ovnis existen

Doña "Chucha/Cachucha" desde niños nos contaba historias antes de dormir. Su intención no era clara, creo que de verdad intentaba traumatizarnos. Mis hermanos, los más chicos, decían tener pesadillas, el sueño pesado y largo, poco descanso. Yo tuve siempre la certeza de que mis ojos eran más sabios que cualquier cuento de terror. Mucho se hablaba de mi pueblo, de sus apariciones, de los pasos en las azoteas, de brujas, hasta de aterrizajes intergalácticos en los amplios cañales que hay en las afueras.

--¡Córrele! Dicen que anoche bajó una nave en el campo de don David y que dejó en el pasto marcado un círculo rete grande, grande.
--Adelántate si quieres, ya se me cansaron los pies. Pa' qué no traes la mula.

Aquella tarde paré mi apresurado paso y encontré al lado del camino un árbol frondoso. Subí y caí en un sueño muy profundo...

"Somos los hombrecitos verdes, venimos por ti, nuestro señor nos ha enviado". "Pamplinas, ni qué nada. Son pura mentira ustedes. No existen, y si existieran no sabrían hablar como nosotros. Anden rápido a quitarse sus máscaras; lueguito se ve que están hechos de puro plástico". "Ja, ja, ja. 'Inche Luisito, te las sabes de todas todas. Ni "la cachucha" te va a hacer caer jamás. Cuando seas grande vas a ser un hombre respetable, cabrón".


No recuerdo el rostro de quien me hablaba en el sueño, se difuminó antes de que lograra mirarlo a los ojos. Siempre he intentado recordar cómo era mi padre, pero no puedo. Se fue en el tren un día a la capital, en busca de trabajo, y nunca más supimos de él. Doña Chucha dice que los ovnis se lo llevaron, porque era fuerte y de buen ver, que seguro lo utilizaron para sus experimentos y le robaron el cerebro. Que luego lo dejaron de nuevo en la tierra pero se quedó "lelito" y ya no supo el regreso a casa. No sabré nunca sus porqués, pero de que fue un pendejo al abandonar a mi madre, no hay duda. Ella solita tuvo que mantenernos a mí y a mis otros 3 hermanos.

Como se darán cuenta, ésta parece ser la clásica historia del hombre que es abandonado en su niñez, que vive en el campo con su madre soltera, sus hermanos atormentados por la vieja loca, la ignorancia y un sinfín de afirmaciones que se hacen, ya como tradición, sobre la gente del campo. Pues sí, casi siempre así sucede. Pocos somos los que logramos apartarnos de tanto rezago. La verdad es que no me esforcé bastante por salir de ahí. Fue muy fácil. Enamoré a una mujer ricachona que admiraba a los hombres del campo ignorantes y bien machos, como pensaba que era. No me costó mucho engañarla, es cosa de actuar. Desde entonces he vivido de las mujeres, no porque me sienta más que ellas, sino porque es muy cómodo tener la vida de un rey acaudalado.

Una de ellas en especial, contactó a un señor interesado en hacer un estudio sociológico sobre mi pueblo. Con gusto le di datos, nombres, fechas. Todo a detalle. Su publicación fue un éxito. Parte de las regalías se designaron a seguirme manteniendo sin mover un solo dedo. Me creen alguien asombroso, cuando en realidad sólo muy por dentro me ven desde arriba, como una cucaracha. No me admiran, me creen ignorante e inocente y se aprovechan de eso, que en realidad ni soy.

"Somos los hombrecitos verdes..."


El sueño de la niñez me persigue. Muchos sentidos he intentado darle, con el paso de los años, con lo que he logrado ver desde mi humilde opinión, creo que la conspiración se aproxima. Tal vez, pensándolo bien, doña Chucha era sólo una más de ellos. ¡Sí!, es la gente en el poder, que le crea arquetipos a gente especial, que les vende su alma, para trabajar en los más recónditos lugares del mundo y seguir idiotizando personas. No es que existan los fantasmas, las brujas, los nahuales. Siempre lo supe, nada existe, sólo los encargados de contar historias. Sólo el gobierno que se aprovecha de los en verdad inocentes. Pura maldad. ¿Seguirá viviendo doña Chucha? Tengo que regresar a mi pueblo y advertirles, advertirles que se alejen, que huyan.... pero... ¿y si ya todos cuentan las mismas historias? Una generación seguida de otra. Una tras otra.

No puede ser, estoy solo, estoy solo, solo, solo... ¡No! Calma, calma, alguien más debe tener la certeza que me llega ahora. Alguien, ¡por favor!, alguien...

Nadie supo más de Luis, mucha gente cuenta que llegaron los ovnis por él, le robaron su cerebro para hacer experimentos, lo regresaron a la tierra "lelito" y no supo regresar a casa.