Este aquí, el de la tierra podrida
va pariendo cuerpos sin alma... demonios
Inclinan esos sus huesudos cuerpos
abajo, arriba, un lado, el otro... danzando
Las manos dejan ya de sostenerse;
la primera dice adiós y desaparece.
En fila siguen las demás,
ignorándose bailando al mismo compás
Se demuelen, uno tras otro, los sombríos edificios
después del estruendo queda impecable silencio
Es primavera y las margaritas se asoman
entre la recién crecida hierba fresca
De otros tiempos es la ventana
de aquel segundo piso
o quizá lo son todas las ventanas
de aquellos segundos pisos
Cae siempre tan distinta
el agua alegre de esa fuente
De la punta se desploma hacia el vacío sin fin
luego renace cristalina
para volver a caer
Fueron esos cuatro años la época
de las sillas rosa
con agujeros en el respaldo
por donde la chiquilla imprudente
espió por vez primera al que al frente suyo
se solía sentar
Fue la época de los vestidos cortos
la luz amarilla, una noche de insectos
una habitación contigua con dos soñadores
la primera antena en el cerro
un marzo eterno
el canto de la chicharra
la furia del sol que cela a su luna
No hay comentarios:
Publicar un comentario