domingo, 23 de mayo de 2010

Este aquí, el de la tierra podrida
va pariendo cuerpos sin alma... demonios
Inclinan esos sus huesudos cuerpos
abajo, arriba, un lado, el otro... danzando

Las manos dejan ya de sostenerse;
la primera dice adiós y desaparece.
En fila siguen las demás,
ignorándose bailando al mismo compás

Se demuelen, uno tras otro, los sombríos edificios
después del estruendo queda impecable silencio
Es primavera y las margaritas se asoman
entre la recién crecida hierba fresca

De otros tiempos es la ventana
de aquel segundo piso
o quizá lo son todas las ventanas
de aquellos segundos pisos

Cae siempre tan distinta
el agua alegre de esa fuente
De la punta se desploma hacia el vacío sin fin
luego renace cristalina
para volver a caer

Fueron esos cuatro años la época
de las sillas rosa
con agujeros en el respaldo
por donde la chiquilla imprudente
espió por vez primera al que al frente suyo
se solía sentar

Fue la época de los vestidos cortos
la luz amarilla, una noche de insectos
una habitación contigua con dos soñadores
la primera antena en el cerro
un marzo eterno
el canto de la chicharra
la furia del sol que cela a su luna

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