sábado, 22 de mayo de 2010

Punto final

De pronto estoy ahí: inmóvil frente a un muro blanco que ha de indicarme la barrera entre mis pasos y la habitación siguiente.
Entonces retrocedo y miro mi sombra alargarse a contraluz. Un vacío me hace seguir hacia atrás. Veo de reojo muros y más muros blancos que se repiten indefinidamente hasta sentir ,de golpe, contra mis manos que van tanteando, un muro. Otro muro. Mi mano reconoce los ladrillos. Es otro muro.
Doy media vuelta y continúa la historia: mis pasos, la sombra, los muros, las manos, el muro. Es un cuadro, una pintura. Es un bastidor limitado por un marco también blanco. Soy un punto, el primer color en este espacio. Un punto estricto, céntrico, exacto, que se despliega hacia las cuatro esquinas, y entonces se forman los triángulos. Los cuatro triángulos idénticos vistos desde cualquier posición. Me convierto en el final de un largo pasillo. La fuga, el vacío.

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